En las aguas del sur de Marruecos y del Sáhara Occidental, uno de los mejores bancos pesqueros del mundo, las licencias de pesca que autorizan a faenar están en manos de militares marroquíes de alta graduación y de políticos saharauis partidarios de Rabat en la disputa que le enfrenta al Frente Polisario, que reivindica la independencia de esa antigua colonia española. El primero en obtener una licencia, hace ya muchos años, fue el general Abdelaziz Bennani, de 66 años, comandante en jefe de la zona sur (Sáhara) e inspector general de las Fuerzas Armadas, según reveló en diario Akhbar al Youm de Casablanca.
El ministro islamista de Transportes, Abdelaziz Rabah, ha creado un mal precedente a ojos de los miles de marroquíes que disfrutan gratuitamente y de por vida de una licencia. En aras de “desarrollar la transparencia” y a permitir ejercer “el derecho de acceso a la información” de los ciudadanos ha colgado en la web de su ministerio 400 páginas con 4.118 nombres (En Francés). Son los beneficiarios, algunos desde hace 40 años, de licencias para operar en el transporte urbano e interurbano. La lista contiene sorpresas.
Junto con transportistas profesionales figuran en ella artistas, deportistas, exministros, imanes, el difunto padre de Fouad Ali el Himma, consejero del rey de Marruecos, varios exmiembros del Polisario, como Brahim Hakim y Gasmoula Ben Ebbi, ahora alineados con Rabat, y Miloud Tounzi, un expolicía secreto reclamado por la justicia francesa por su presunta participación en el secuestro y asesinato de Mehdi Ben Barka (En Francés), principal opositor al rey Hassan II.
El interés de los marroquíes fue tal que la web de Transportes se bloqueó. El ministro Rabah ha despertado el apetito de los marroquíes que quieren saber más (En Francés). “Ahora, a la espera de las listas de Laenser y Akhnnouch”, titulaba un editorial la web informativa Lakome (En Francés), refiriéndose a los responsables de Interior y de Agricultura y Pesca, que también otorgan licencias a dedo para vender alcohol en tiendas y restaurantes o para pescar.
La secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, dio ayer un doble espaldarazo a Marruecos al alabar repetidamente el proceso de reformas políticas emprendidas por el rey Mohamed VI y el plan marroquí de autonomía para el Sáhara.
Clinton comenzó la jornada con el exministro de Exteriores y consejero real, Tayeb Fassi Fihri, y continuó con su sucesor, el islamista Saaededín al Otmani, antes de dirigirse a presidir la ceremonia de puesta de la primera piedra de la nueva embajada estadounidense en Rabat, que será inaugurada en 2015.
Todo fueron alabanzas a “la vía marroquí” de las reformas, y si hubo alguna crítica o sugerencia de tipo político, no apareció en ningún momento en sus declaraciones públicas, tanto en la rueda de prensa con su homólogo Otmani como en el discurso pronunciado en el terreno de la nueva embajada.
Los periodistas franceses Cathérine Graciet y Éric Laurent ofrecen la cara desconocida de Mohamed VI.
En la clasificación especialmente dedicada a los monarcas [por la revista Forbes en 2009], el rey de Marruecos, Mohamed VI, hizo una sorprendente aparición en el séptimo puesto, con una fortuna evaluada en 2.500 millones de dólares. Adelantaba a sus rivales aparentemente provistos con más riquezas como el emir de Qatar, cuyo subsuelo rebosa de gas y petróleo, o el de Kuwait, cuya fortuna es, según Forbes, seis veces inferior a la del soberano marroquí.
En 2009, la crisis financiera golpeó con fuerza al conjunto de las rentas, incluidas las de los más adinerados. Sin embargo, Mohamed VI, cuya fortuna se duplicó en cinco años, parecía misteriosamente librarse de esta suerte porque Forbes le colocó en cabeza de las personalidades que incrementaron su patrimonio en 2008.
En su informe sobre desarrollo humano elaborado por el Programa de la Naciones Unidas para el Desarrollo, que abarca el periodo 2007-2008, Marruecos está en el puesto 126º (sobre 177 Estados). El índice de pobreza del país alcanza el 18,1%. Peor aún, más de cinco millones de marroquíes viven con 10 dírhams al día, es decir, un poco menos de un euro, y el sueldo mínimo legal no rebasa los 55 dírhams (5 euros) al día.
La clasificación establecida por Forbes solo dejaba entrever púdicamente la amplitud de una fortuna real en verdad muy superior. Y, sobre todo, callaba o ignoraba los métodos puestos en práctica para acumular tal riqueza. Vinculaba la fortuna del rey con el incremento del precio del fosfato, del que Marruecos es uno de los primeros exportadores mundial. Al razonar así se equivocaba de época.
El país reviste toda la apariencia de un sistema económico normal y, desde algunos aspectos, hasta sofisticado: bancos, empresas, sector privado etcétera. Es una realidad de la que hay que hablar en pasado. El sector económico marroquí se asemeja a un pueblo de Potemkin que esconde la depredación real.